¡En la História no hay marcha atrás!
Recientemente, el Presidente de la República de Uruguay, por medio de una Conferencia de Prensa, hizo pública una propuesta de convertir el águila nazi rescatada del naufragio del acorazado alemán Graf Spee, en una “paloma de la paz” por medio de una intervención artística.
Yo hablo desde el punto de vista de la academia y de las ciencias del patrimonio, para buscar influir positivamente en esta discusión.
Cualquier objeto patrimonial, me refiero aquí a su afectación como patrimonio cultural, es un signo que porta muchos significados. Los significados que se atribuyen a un objeto son por naturaleza cambiantes, que se transforman dentro de procesos políticos que se generan en marcos históricos, sociales y culturales muy dinámicos.
De las posiciones que se pudo recabar en las discusiones públicas que se están vertiendo en la prensa, una parte importante de la población que se ha involucrado en la discusión advoca porque se mantenga el águila como está y que se la exponga en un museo, bajo el argumento de que no se debe borrar el ocurrido, y que sirva para hacernos acordar de lo que no queremos que se repita. Eso es muy legítimo.
Sin embargo, cualquier exhibición museológica que se proponga alrededor de este objeto también será una narrativa y una propuesta de significación, que puede ser más o menos abierta, más o menos participativa. Es demasiado inocente querer que los objetos hablen por sí mismos. Hoy el águila contiene muchos significados más, y su exhibición en un museo exigirá un trabajo fino de técnica museística.
Cabe entonces reflexionar sobre qué significados puede tener este objeto para Uruguay y que discurso Uruguay ofrecerá al mundo acerca de este desgraciado momento de nuestra historia reciente, ahora que la Suprema Corte de Justicia ha fallado definitivamente en favor del Estado. Es una cuestión de soberanía, sobre la cual el País debe buscar la coherencia en su actuación, por implicar temas sensibles y con muchas aristas. Es también una oportunidad para Uruguay definir su posición sobre una serie de temas pendientes que fueron generados durante 35 años en que actuó en sociedad con buscadores de tesoros, de los cuales trataré más adelante.
La propuesta que viene de Presidencia, que no se pudo comprender bien si emerge de una base técnica, emocional o casuística, propone un cambio radical en el signo de “águila nazi a paloma de la paz” por medio de una intervención artística. Se cogitó que la escultura pudiera ser instalada en Punta Salinas (Punta del Este), de frente a donde ocurrió la Batalla del Río de la Plata, y que representaría la posición pacífica del pueblo uruguayo.
Independientemente de que resulte de una propuesta más o menos reflexionada, se propone un nuevo sentido a este bien patrimonial. No comparto del entendimiento de que esto borraría necesariamente su significado como referente de un pasado que todos queremos superar, como se viene discutiendo en las redes y canales mediáticos, al revés, propone un nuevo sentido y un significado que se genera desde Uruguay. Siempre será la Paloma hecha con los restos del águila Nazi.
Ahora, si esta sería la salida más conveniente para enfrentar esta responsabilidad del Estado uruguayo, eso es otra cosa. ¿No se podría alcanzar el mismo resultado con una exhibición museística que mantuviera el objeto, pero con esta misma propuesta de significación? Seguramente que sí, pero hoy este objeto ya no cabe en una exhibición apenas como ilustración de la historia. Será necesaria la creación de un espacio específico y una narrativa museística clara, coherente y arrojada.
Acerca de la coherencia, si nos volcamos a la manera como Alemana ha representado este trágico momento en el Memorial del Holocausto instalado cerca del Portón de Brandemburgo, nos encontramos con una narrativa museística sobria, “pesada”, que se refiere al duelo y al remordimiento, una declaración firme sobre el sucedido y un alerta para que no vuelva a pasar. Esto es muy coherente con el significado que tiene para los alemanes y un mensaje contundente que las generaciones presentes del País quieren pasar al mundo, sobre la memoria de este desgraciado momento histórico en el cual ellos fueron los protagonistas.
En ese sentido, el mensaje por la paz es también coherente con la posición de Uruguay durante el momento histórico particular de la Batalla del Río de la Plata, que significó para el Uruguay una afirmación de su posición neutra y por la paz.
Independientemente de lo que al final se decida representar, es importante remarcar el positivo que está siendo la participación de la sociedad uruguaya en las calurosas discusiones que se están entablando en las redes sociales. Parece haber cierto consenso de que la narrativa sea sobre la superación del horror Nazi y que también contenga una declaración firme en contra el totalitarismo para que eso no vuelva a repetirse. Presidencia, a su vez, propuso un sentido que detiene coherencia con la posición diplomática histórica del País, pero que involucra una trasmutación del objeto y su signo.
Por otro lado, a despecho de que el águila sea un objeto muy emblemático y de fuertes implicaciones para la memoria histórica, es también apenas más un artefacto arqueológico dentro de las decenas (posiblemente centenas) de miles de artefactos que fueron rescatados de varios pecios de importancia transcendente para la historia de Uruguay, de la región y mundial, durante los casi 35 años (1982-2017) en que el Estado fue socio de buscadores de tesoros para la explotación comercial del patrimonio cultural subacuático en aguas de jurisdicción nacional, y que están encajonados lejos de la sociedad.
Hoy menos de 1% de estos bienes, que según el art. 34 de la Constitución de la R.O.U. constituyen el tesoro cultural de la nación, están en exhibición pública. Muchos están tirados en chácaras, sin la conservación debida y/o pendientes de decisiones judiciales, alejados de la discusión pública. Se suman a estos artefactos rescatados, los sitios arqueológicos que se quedaron abandonados por el poder público bajo el agua.
Me gustaría, en este sentido, sumar otro significado a la discusión en torno al destino del águila. Que, juntamente con el fallo de la Suprema Corte, esta discusión pueda representar la superación definitiva de la etapa de los cazatesoros en Uruguay y que sirva para sacar adelante una cuestión pendiente desde el Decreto 306 de 2006, que es la definición de una política pública de base técnica y participativa dirigida al patrimonio cultural subacuático uruguayo.
Durante décadas la sociedad uruguaya fue colocada de rehén del discurso de los cazatesoros, o para ser más políticamente correcto, de los permisários, que apostaron sistemáticamente contra las instituciones nacionales. Esta es una de las conclusiones que se pudo alcanzar en un estudio reciente realizado por estudiantes de la carrera de Ciencias Antropológicas de la UdelaR, que examinó la narrativa de los cazatesoros por medio de notas de prensa y artículos publicados en periódicos nacionales desde los años 80 hasta el presente. Fue un proyecto de iniciación científica, generado a partir de inquietudes de los propios estudiantes durante las discusiones en el curso de Introducción a la Arqueología Marítima y Subacuática que dicto para la Facultad de Humanidades.
Es sorprendente que otras acciones dirigidas hacia el patrimonio cultural subacuático nacional, que están emergiendo de la actuación coordinada de las instituciones del Estado y que benefician directamente la sociedad uruguaya, no hayan alcanzado el mismo “calor” en la opinión pública, y yo me pregunto ¿por qué?
En octubre de 2022, el Poder Ejecutivo, liderado por la Presidencia de la República y ministerios relacionados, envió a la Asamblea un Proyecto de Ley para a ratificación de la Convención de UNESCO de 2001 para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, la única convención de UNESCO que Uruguay aún no ha firmado. El proyecto ya fue aprobado por unanimidad en el Senado y se encuentra actualmente en la Cámara de Representantes, aguardando informe en la Comisión de asuntos internacionales.
Desde 2020 la Universidad de la República viene desarrollando un proyecto científico con resultados muy alentadores en Colonia del Sacramento, que deberá servir de base para el nombramiento de la bahía de Colonia y su zona insular como patrimonio cultural de la humanidad, que fue un compromiso que asumió Uruguay ante la UNESCO en 2005. Es un trabajo de altísimo perfil técnico y tecnológico, que se está realizando en estrecha coordinación con las instituciones nacionales y departamentales, por medio de convenios y acuerdos públicos para la maximización de los recursos del Estado en esta materia.
Recientemente, además, se aprobó un proyecto de la Universidad para el estudio científico del sitio arqueológico del buque español Salvador en la Bahía de Maldonado. Esto tras 5 años durante los cuales la Universidad estuvo prohibida de trabajar en la bahía mientras se procediera en prácticamente secreto el reparto con los buscadores de tesoro de más de 15.000 artefactos rescatados de los pecios de Maldonado.
Desde que llegué al país en 2017, para trabajar en régimen de dedicación “más que total” en la coordinación del programa de Arqueología Subacuática de la UdelaR (¡un programa académico con más de 20 años de existencia!), el tema nunca dejó de ser candente, pero casi siempre alejado de la opinión pública. Yo vi de todo, irregularidades administrativas, presiones, acoso, mala fe, presiones internacionales, reclames de soberanía por otras naciones, decisiones sacadas en mesas chicas por grupos de legitimidad cuestionable, etc, etc.. Por eso conmemoro que el tema haya alcanzado la opinión pública, y espero sinceramente que no saiga más.
Por fin, dejo la reflexión de una estudiante sobre lo que ha pasado desde el viernes último: “La respuesta ante las declaraciones públicas en solo 24 hs demostró que es necesaria una reflexión profunda sobre el patrimonio y para hacerla es necesario poder estudiarlo, visibilizarlo y analizarlo junto con políticas estatales que acompañen efectivamente el desarrollo patrimonial del territorio”.
¡Arriba Uruguay!
Prof. Dr. Rodrigo Torres (18/06/2023)